“El respeto al derecho ajeno es la paz.” Si la frase es de Juárez o de Kant, poco importa pues es cierto.
Si “la honrada medianía en la que debían vivir los funcionarios” según Juárez no le alcanzaba para ganar honradamente las elecciones tampoco es para ser ignorado cuando vemos que se vivew bajo la máxima Hankista de que “un político pobre es un pobre político” y luego se dan lujos inmobiliarios inexplicables para su nivel de ingresos.
Si bien pudiera parecer que decir que “A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, justicia a secas” se actúa con doble rasero, la verdad es que de justicia andamos muy escasos.
No tiene sentido hacer de Juárez un santón súper humano, incapaz de maldad alguna. No tampoco hay sentido en negar los yerros del benemérito como lo son el McLane-Ocampo… Pero cosa es negar por sus yerros sus varios aciertos.
Las leyes de reforma son innegable e históricamente un legado que mal haría alguien en regatearle. Su obstinación en ser leal (hasta donde se pudo) a sus principios republicanos no puede ponerse en duda.
La laicidad mexicana es de un estilo bastante confesional. Los ceremoniales, héroes y efemérides mexicanas no dejan de tener un pronunciado tufo litúrgico y la incredulidad es tratada de la misma forma que la iglesia trata la herejía.
Si por una vez pudiéramos ver a los héroes de bronce como seres humanos con aciertos y con errores, pero también con honor y con amor por México, tal vez podríamos aceptar más fácilmente los ideales que representan y encontrarlos igualmente entre los que la historia oficial tiene catalogado como villanos incapaces de bondad alguna siquiera por error.
Juárez con sus fallas y aciertos era tan humano como cualquiera, como sus enemigos políticos y militares de la época. Salvó la vida porque Guillermo Prieto se interpuso y dijo que “los valientes no asesinan”, pero su rival no recibió la misma deferencia.
Es el ideal de Juárez el que como el de muchos otros debe rescatarse y aplicarse en la medida de lo deseable en la vida pública. Quizás ello nos permita lograr reconciliarnos con la historia, con la verdad de los hechos del pasado, pero también del presente.
De pilón: El respeto al derecho ajeno debe sin duda alcanzar para las marcas comerciales. Ser junto con tu equipo buen periodista no exime a nadie de respetar la propiedad comercial del empleador como quisiéramos que se respetaran los bienes y derechos propios.
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