Periódicos,
radio, televisión y redes sociales dan cuenta de ellos a cada minuto.
Darle difusión
en los medios a los mensajes que procuran causar miedo en la población general
no tiene sentido. Si los medios en principio creen que ello les generará un
beneficio económico, este no puede ser a largo plazo cuando se da a costa de la
sociedad en la que coexisten; no tiene sentido.
Informarse,
actuar con sentido común, cuidarnos y cuidar a los nuestros es lo mejor que
podemos hacer. Hacerlo con la presión del miedo sobre nosotros solo lo
dificultará.
Nadie por ejemplo ha reflexionado sobre cual sería el valor estratégico para esas personas de un supuesto ataque en México. ¿Qué efecto tendía en un país con tantas muertes violentas diarias?
Hay que bajarle a los decibeles y pensar fríamente.
Nadie por ejemplo ha reflexionado sobre cual sería el valor estratégico para esas personas de un supuesto ataque en México. ¿Qué efecto tendía en un país con tantas muertes violentas diarias?
Hay que bajarle a los decibeles y pensar fríamente.
No hace mucho
que en México un asesinato era reproducido incontables veces en los medios.
Paginas principales de los medios impresos y espacios estelares de los medios electrónicos
multiplicaban el efecto pretendido por los perpetradores.
En un país en el
que al menos 90% de crímenes REPORTADOS
se quedan en la impunidad, asesinar era (es) para los criminales la parte
sencilla. La saña con la que se hacía (hace), el macabro espectáculo de colgar
los cadáveres de puentes o dejarlos desmembrados a la vista, de filmar ellos
mismos su atrocidad, esa era (es) la verdadera intención de los criminales.
Fue en eso en lo
que a sabiendas o por ignorancia, los medios y no en pocos casos el mismo
gobierno, se convirtieron en los hechos en voceros de los asesinos.
Se creó terror
en la población y se propició la oportunidad para que delincuentes menores
actuaran al amparo de la confusión exacerbando la realidad de por si violenta.
Los medios y el
gobierno han bajado los decibeles en estos casos y es de reconocerse. No era (es)
una estrategia inteligente la de dar reflectores a los asesinos. Hoy parece que
los reductos de notas violentas se encuentran entre los “activistas” que antes
abogaban por #NoMasSangre pero que se frotaban las manos por cálculo político
con cada terrible acontecimiento.
Aunque es de
reconocerse cambio de enfoque para tratar estos hechos, sigo sin escuchar de
parte de los medios los motivos del notorio viraje. Sería deseable como un
ejercicio de ética periodística que comentaran al respecto. Ya ha pasado tiempo
suficiente.
Bien haríamos en
tomar lo aprendido del caso domestico antes relatado para aplicarlo al asunto
de los terroristas internacionales.
A los medios y
luego a cada uno de nosotros en lo individual no nos conviene hacer eco de
quienes pretenden causar terror.