jueves, 21 de noviembre de 2024

Destruir el pueblo para salvar el pueblo: Una reflexión sobre la democracia en México

 

La frase “destruir el pueblo para salvar el pueblo” tiene sus orígenes en la Guerra de Vietnam, utilizada para describir la destrucción de aldeas vietnamitas con el fin de eliminar la presencia del Viet Cong. Esta paradoja ilustra cómo, en ocasiones, se justifican medidas extremas con la intención de lograr un bien mayor, aunque a menudo resultan en consecuencias devastadoras.

En México, esta frase resuena con las acciones de los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Claudia Sheinbaum. Durante la administración de AMLO, se han observado esfuerzos significativos para debilitar los controles y equilibrios democráticos. Entre estos, destacan los intentos de reformar el poder judicial y reducir la independencia del Instituto Nacional Electoral (INE). Estas acciones han sido vistas como intentos de centralizar el poder y debilitar las instituciones que limitan la autoridad ejecutiva.

Claudia Sheinbaum, sucesora de AMLO, ha continuado con algunas de estas políticas controvertidas. Su administración también ha sido criticada por contribuir a la erosión de las instituciones democráticas, centralizando aún más el poder y disminuyendo la efectividad de los controles y equilibrios.

Ambos gobiernos han justificado estas acciones argumentando la necesidad de combatir la corrupción y mejorar la eficiencia del gobierno. Sin embargo, estas justificaciones a menudo parecen ser un pretexto para consolidar el poder y eliminar la oposición.

Para salvar la democracia en México, es crucial reconocer las deficiencias de los gobiernos anteriores, pero también es fundamental respetar el estado de derecho. Aunque los predecesores de AMLO y Sheinbaum tuvieron sus fallos, es innegable que lograron mantener un equilibrio de poder más saludable y respetaron las instituciones democráticas en mayor medida.

La recomendación es clara: debemos fortalecer las instituciones democráticas, garantizar la independencia de los poderes y promover una cultura de respeto a la ley. Solo así podremos asegurar un futuro democrático para México, donde el poder no esté concentrado en unas pocas manos, sino distribuido de manera justa y equitativa.

jueves, 7 de noviembre de 2024

La Cacería de Brujas y la Era de Internet

La historia de la humanidad está marcada por episodios de persecución y miedo irracional, y uno de los más oscuros es, sin duda, la cacería de brujas que, contrario a lo que pudiera suponerse, no ocurrio durante la edad media, sino que tuvo lugar en Europa entre los siglos XV y XVII, a los albores de la asi llamada "Ilustración". Este fenómeno, que llevó a la ejecución de miles de personas, principalmente mujeres, se vio exacerbado por la invención de la imprenta de tipos móviles por Johannes Gutenberg alrededor de 1450. La imprenta, una herramienta revolucionaria para la difusión del conocimiento, también facilitó la propagación de ideas peligrosas y supersticiones, como las contenidas en el infame “Malleus Maleficarum”. Hoy, en la era de internet, observamos un fenómeno similar: la proliferación de ideologías retrógradas y teorías conspirativas que amenazan con socavar los fundamentos de nuestras democracias.

La Imprenta de Gutenberg

La invención de la imprenta de tipos móviles por Johannes Gutenberg alrededor de 1450 marcó el inicio de una revolución en la comunicación. Antes de la imprenta, los libros eran copiados a mano, un proceso laborioso y costoso que limitaba su disponibilidad. La imprenta permitió la producción masiva de libros, haciendo que el conocimiento fuera accesible a un público mucho más amplio. Obras como la Biblia de Gutenberg, completada en 1455, demostraron el potencial de esta nueva tecnología para transformar la sociedad.

La Cacería de Brujas

Sin embargo, la imprenta también tuvo efectos negativos. La capacidad de reproducir textos rápidamente significaba que no solo se difundían ideas iluminadoras, sino también supersticiones y teorías peligrosas.

La cacería de brujas fue un fenómeno complejo, impulsado por una combinación de factores sociales, políticos y religiosos. En un contexto de crisis y cambios profundos, las acusaciones de brujería se convirtieron en una forma de canalizar el miedo y la frustración. El “Malleus Maleficarum”, publicado en 1487 por los inquisidores Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, se convirtió en el manual definitivo para identificar, juzgar y ejecutar a las supuestas brujas. Este libro, cuyo título se traduce como “El martillo de las brujas”, describía detalladamente los métodos para detectar y castigar la brujería, y su difusión fue enormemente facilitada por la imprenta de Gutenberg. 

El “Malleus Maleficarum” es un ejemplo claro de cómo la imprenta pudo ser utilizada para propagar el miedo y la ignorancia. Este libro, que detallaba métodos para identificar y castigar a las brujas, se convirtió en una herramienta poderosa en manos de aquellos que buscaban justificar la persecución.

La imprenta permitió que el “Malleus Maleficarum” se distribuyera rápidamente por toda Europa, exacerbando el pánico y la persecución. Este libro no solo legitimó las cacerías de brujas, sino que también proporcionó un marco teórico y práctico para llevarlas a cabo. La tecnología que había sido diseñada para democratizar el acceso al conocimiento también se convirtió en un vehículo para la propagación de la ignorancia y el miedo.

Umberto Eco y la Era de Internet

El destacado semiólogo y crítico cultural Umberto Eco expresó fuertes críticas sobre internet y las redes sociales, comparándolas con la imprenta en su capacidad para difundir información sin filtro. Eco argumentaba que internet, al igual que la imprenta en su tiempo, no discrimina entre información veraz y falsa, permitiendo la proliferación de ideas peligrosas. En una de sus citas más conocidas, Eco afirmó que “internet es un peligro para el ignorante”, subrayando cómo la falta de discernimiento puede llevar a la aceptación de teorías conspirativas y desinformación.

Eco también criticó la “invasión de los idiotas”, refiriéndose a cómo las redes sociales dan voz a personas sin conocimientos adecuados, amplificando la desinformación. Este fenómeno es comparable a la difusión del “Malleus Maleficarum” en la Edad Moderna, donde la imprenta permitió que ideas peligrosas se propagaran rápidamente, alimentando el miedo y la persecución.

Proliferación de Ideologías Retrógradas

El advenimiento de internet ha permitido la difusión de ideologías retrógradas de manera similar a cómo la imprenta facilitó la cacería de brujas. En México y Estados Unidos, se observa un retroceso democrático, alimentado por la desinformación y las teorías conspirativas que circulan libremente en internet. Este fenómeno puede ser entendido a través de las críticas de Eco, quien subrayaba la necesidad de un pensamiento crítico y una alfabetización digital adecuada para combatir la desinformación.

El auge de movimientos que promueven teorías conspirativas y desinformación ha tenido un impacto significativo en el panorama político. La desconfianza en las instituciones y la polarización social se han visto exacerbadas por la difusión de noticias falsas y teorías conspirativas en las redes sociales. La proliferación de teorías conspirativas ha contribuido a un clima de desconfianza y división, afectando la estabilidad democrática en el mundo y especificamente podemos ver sus efectos en México y en Estados Unidos en fechas recientes.

En conclusión, la cacería de brujas en la Edad Moderna y la proliferación de ideologías retrógradas en la era de internet comparten similitudes significativas en cuanto a la difusión de ideas peligrosas facilitada por innovaciones tecnológicas. Internet ha contribuido a un retroceso democrático en México y Estados Unidos. Para combatir la nueva “cacería de brujas”, es esencial promover una educación que fomente la capacidad de discernir entre información veraz y falsa.

La historia nos enseña que las innovaciones tecnológicas, aunque poderosas herramientas para el progreso, también pueden ser utilizadas para propagar el miedo y la ignorancia. La imprenta de Gutenberg y el “Malleus Maleficarum” son un recordatorio de cómo la tecnología de internet y las redes sociales pueden ser un arma de doble filo.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

LA MUERTE DE CUNA DE LA DEMOCRACIA MEXICANA.

 

LA VICTORIA DE AMLO EN 2018: UN PRESAGIO SOMBRÍO PESE A LAS PROMESAS

En el año 2018, México se encontraba en una encrucijada histórica. AMLO no era un novato en la política. Durante años había sido una figura divisiva, representando tanto la resistencia frente a los poderes establecidos como una amenaza latente para la estabilidad del país. Por décadas había alimentado la narrativa de encontrarnos en el peor momento histórico en materia corrupción, propiciando desconfianza en las instituciones y la idea de que el país parecía estar al borde del abismo.

Sus primeros intentos de llegar a la presidencia, en 2006 y 2012, habían sido derrotados, lo que solo alimentó su narrativa de ser un "luchador incansable" contra las élites corruptas. Pero para quienes observaban de cerca, sus derrotas no eran más que un presagio de algo más oscuro: un hombre obsesionado con el poder, dispuesto a cualquier cosa para obtenerlo.

En su retórica populista, ya se vislumbraban los primeros signos de lo que terminaría siendo una catástrofe. Las promesas grandilocuentes de acabar con la mafia del poder, de transformar al país desde sus raíces, de devolver al pueblo el control, eran, en esencia, espejismos. Muchos lo advirtieron: su discurso era una mezcla explosiva de idealismo radical y desdén por las instituciones democráticas.

Su eventual victoria en 2018, con más del 50% de los votos, fue celebrada por muchos como un triunfo de la democracia. Sin embargo, para otros, fue el inicio de una tragedia anunciada. Desde el principio, AMLO mostró signos de autoritarismo. Decidido a concentrar el poder en sus manos, comenzó a desmantelar las instituciones que garantizaban el equilibrio democrático. La prensa fue silenciada poco a poco, y aquellos que se atrevían a criticarlo se convertían en enemigos del pueblo.

En medio de un discurso incendiario, el presidente prometía una "cuarta transformación" que, en lugar de traer progreso, sembraría las semillas de la destrucción. Desde el primer día de su mandato, las señales eran claras: las decisiones erráticas, el desprecio por las opiniones de expertos y una creciente militarización del país indicaban que México se dirigía hacia un abismo.

Nada de esto debía ser una sorpresa para nadie. La vida política de AMLO era bien conocida desde hacia años.


 

AMLO Y EL PRI: LA HERENCIA DEL SISTEMA PREDEMOCRÁTICO

Los orígenes de AMLO en la política mexicana se remontan a un periodo que muchos prefieren olvidar. Durante las décadas de los 70 y 80, el país vivía bajo el dominio hegemónico del Partido Revolucionario Institucional (PRI), un sistema que el escritor Mario Vargas Llosa denominó con acierto como "la dictadura perfecta". AMLO, como tantos otros jóvenes idealistas, se formó dentro de ese régimen autoritario.

Mientras otros estudiantes se manifestaban en las calles en contra del gobierno, él decidió seguir una ruta distinta. En 1968, el país vivió uno de los episodios más oscuros de su historia: la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco. Cientos de jóvenes fueron asesinados por un gobierno que no toleraba la disidencia. AMLO, sin embargo, no estuvo entre los que protestaban. Su condena a los hechos fue, en el mejor de los casos, tibia. En lugar de desafiar al sistema que cometió tal atrocidad, optó por unirse al PRI, el partido responsable de esa represión.

A lo largo de los años 70, cuando la represión continuaba, cuando los movimientos guerrilleros eran perseguidos y desaparecidos por el gobierno, AMLO ascendía en las filas del PRI. Mientras otros luchaban en la clandestinidad o enfrentaban la cárcel, él construía su carrera dentro del sistema. Para sus críticos, esta etapa de su vida es una prueba irrefutable de su pragmatismo y de su verdadera lealtad: el poder por el poder mismo. La ética y la moral eran secundarias frente a sus ambiciones políticas.

Nada de esto debía ser olvidado. AMLO había sido parte activa del sistema que ahora decía querer destruir. Sus raíces en el PRI eran profundas, y aunque eventualmente abandonaría el partido, sus métodos de gobierno, su estilo autoritario y su desprecio por la oposición reflejaban claramente su formación en aquel sistema predemocrático.

Era el mismo hombre que, décadas atrás, había prosperado bajo la sombra de un régimen represivo, y ahora, con la promesa de una transformación, muchos comenzaban a cuestionar si realmente había cambiado. Su pasado, envuelto en las mismas prácticas que decía combatir, comenzaba a resurgir en su presente, arrastrando a México hacia la inestabilidad.


 

LA RUPTURA OPORTUNISTA: DEL PRI AL PRD

El quiebre de AMLO con el PRI no fue el acto heroico que muchos de sus seguidores prefieren recordar. En realidad, su decisión de abandonar el partido no se produjo por convicciones democráticas ni por un rechazo a las prácticas autoritarias del régimen. En 1983, AMLO ya era una figura clave dentro del PRI en su estado natal, Tabasco. Estaba decidido a ascender y, en su mente, la gubernatura de Tabasco era el próximo paso lógico en su carrera política. Sin embargo, en 1987, el PRI tomó una decisión que cambiaría el rumbo de su vida: no lo eligieron como candidato a gobernador. En lugar de ser él, el partido prefirió a otro miembro más cercano a los altos mandos del poder.

Fue ese golpe a sus ambiciones lo que lo empujó a cuestionar su lugar en el PRI. A pesar de años de lealtad al sistema y a sus estructuras represivas, AMLO solo decidió apartarse cuando vio frustrado su camino hacia el poder. No fue una ruptura motivada por ideales o principios, sino por el simple hecho de que el partido no lo favoreció.

Es importante notar que hasta ese momento, AMLO no había mostrado señales de rechazo hacia el PRI, ni había levantado la voz contra los abusos del sistema. Ni siquiera la cuestionada elección presidencial de 1988 —una de las más controvertidas de la historia moderna de México— lo impulsó a cambiar de bando. Ese año, el entonces candidato presidencial del PRI, Carlos Salinas de Gortari, se impuso en medio de acusaciones de fraude masivo y de lo que sería recordado como la "caída del sistema". Mientras miles de voces en el país clamaban por justicia y por esclarecer lo que muchos consideraban un robo electoral, AMLO se mantuvo en silencio.

No fue hasta más tarde ese mismo año, cuando la coalición de partidos de izquierda y antiguos priistas, que eventualmente formarían el PRD, le ofreció la candidatura a la gubernatura de Tabasco, que AMLO finalmente rompió con el PRI. Su deserción no estuvo marcada por una declaración contra el fraude o en defensa de la democracia; simplemente, surgió cuando una nueva oportunidad de poder se presentó ante él. Esta vez, en el bando contrario.

Así, AMLO se sumó al naciente PRD, no por convicción en sus ideales democráticos, sino porque este nuevo partido le ofrecía lo que el PRI le había negado: una plataforma desde la cual perseguir su ambición. De este modo, su carrera política siguió avanzando, y poco a poco comenzó a construir su imagen como el líder de la oposición, el defensor del pueblo. Pero para quienes conocían su trayectoria, resultaba claro que su cambio de camiseta no implicaba un cambio en su esencia.


 

VIDEOESCÁNDALOS, DESAFUERO Y TRAICIONES: EL ASCENSO EN EL PRD

Tras su incorporación al PRD, AMLO empezó a forjarse una nueva identidad política. Dejó atrás su pasado priista para transformarse en el líder de la izquierda mexicana. Su primera gran victoria llegó en 2000, cuando fue electo Jefe de Gobierno del Distrito Federal, cargo que ocuparía hasta 2005. Sin embargo, su ascenso al poder no estuvo exento de controversias. Incluso desde dentro del PRD, varios de sus compañeros señalaron que no cumplía con los requisitos legales para el puesto, ya que no había residido en la capital el tiempo suficiente para postularse. A pesar de ello, su candidatura avanzó, impulsada más por la presión política que por el respeto a la ley.

Entre los que dieron las primeras voces de alerta, destacó la escritora y pensadora Ikram Antaki. Desde entonces, Antaki advertía que AMLO representaba un peligro latente para la democracia mexicana. Para ella, su discurso populista y la polarización que fomentaba no eran señales de un verdadero líder del pueblo, sino de un hombre que buscaba el poder absoluto. Con aguda precisión, señaló que su constante apelación al "pueblo bueno" y su tendencia a dividir la sociedad entre buenos y malos eran tácticas peligrosas, características de regímenes fascistas.

Desde el principio de su mandato en la Ciudad de México, AMLO se caracterizó por su estilo populista y confrontacional. Mientras se presentaba como un defensor de los pobres, la realidad mostraba a un hombre que despreciaba las reglas y que estaba dispuesto a doblar las instituciones para su conveniencia.

Durante su tiempo como Jefe de Gobierno, AMLO construyó una plataforma mediática que le permitió proyectarse a nivel nacional. Las "mañaneras" —conferencias de prensa diarias— se convirtieron en un espacio donde, más que informar, se dedicaba a reforzar su imagen de líder incansable y comprometido con la justicia social. Sin embargo, sus políticas y proyectos fueron cuestionados por su falta de transparencia y los crecientes señalamientos de corrupción en su administración. Esto no impidió que su popularidad creciera, mientras construía un relato de persecución y lucha en su contra.

Sin embargo, el mandato de AMLO como Jefe de Gobierno también quedó marcado por uno de los escándalos más graves de su administración: los "videoescándalos". En 2004, una serie de videos fueron filtrados a los medios, mostrando a René Bejarano, uno de los hombres más cercanos a AMLO, recibiendo fajos de dinero de un empresario. Las imágenes fueron devastadoras. Bejarano, conocido como “el señor de las ligas” por usarlas para atar el dinero recibido, quedó al descubierto como parte de una red de corrupción. Aunque AMLO se distanció públicamente del escándalo, asegurando que no estaba involucrado, el episodio dañó su imagen. Para muchos, fue una confirmación de que su discurso anticorrupción no era más que una fachada, y que sus colaboradores más cercanos no estaban exentos de los vicios del sistema que tanto criticaba.

A pesar de los videoescándalos, la popularidad de AMLO no se desplomó como muchos anticipaban. Utilizó su habilidad para moldear la narrativa a su favor, presentándose nuevamente como víctima de una campaña sucia orquestada por sus enemigos políticos. Mientras el país se conmocionaba por las imágenes de Bejarano, AMLO continuó fortaleciéndose, apoyado por su base de seguidores que lo veían como el único capaz de encabezar la lucha contra las "mafias del poder". Sus conferencias matutinas, las "mañaneras", se convirtieron en el escenario ideal para reforzar su narrativa de resistencia.

Ese mismo año, el gobierno federal inició un proceso de desafuero en su contra, por violar una resolución judicial al permitir la construcción de una carretera en un terreno expropiado. El desafuero, lejos de perjudicarlo, se convirtió en el trampolín perfecto para su candidatura presidencial. En lugar de mostrarlo como un político que había infringido la ley, logró convertir el proceso en una narrativa de victimización. Para sus seguidores, AMLO era ahora un mártir, perseguido por las mismas élites que decía combatir.

Durante este tiempo, Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del PRD y mentor de AMLO, observaba con creciente preocupación cómo su antiguo aliado comenzaba a socavar su liderazgo. El partido que él había ayudado a construir empezaba a girar en torno a la figura de AMLO, quien lo desplazaba como líder indiscutido de la izquierda. En lugar de mantener la lealtad a Cárdenas y los ideales que supuestamente compartían, AMLO lo traicionó para hacerse con la candidatura presidencial del 2006. La traición fue clara: Cárdenas, el histórico líder que había encabezado la lucha contra el fraude electoral de 1988, quedó relegado, y AMLO se posicionó como el abanderado del PRD en una carrera que marcaría el futuro del país.



LAS ELECCIONES, LA CAÍDA DE LAS INSTITUCIONES Y LA SOMBRA DE SHEINBAUM

Las elecciones presidenciales de 2006 marcaron un antes y un después en la política mexicana. AMLO, tras una campaña cargada de promesas populistas y una retórica polarizante, perdió por un estrecho margen frente a Felipe Calderón. En lugar de aceptar la derrota, López Obrador calificó la elección como fraudulenta y lanzó un ataque frontal contra las instituciones democráticas del país. Durante meses, organizó plantones y bloqueos en la Ciudad de México, declarando que él era el "presidente legítimo". Esta postura no solo desafiaba la voluntad popular, sino que minaba gravemente la confianza en las instituciones electorales. Sus acciones demostraron que, para AMLO, la democracia solo era válida si él resultaba vencedor.

Seis años más tarde, en 2012, AMLO volvió a competir, esta vez contra Enrique Peña Nieto. Al ser derrotado nuevamente, recurrió al mismo libreto: denuncias de fraude, descalificaciones a las instituciones y una narrativa de victimización. A pesar de que sus acusaciones no tenían fundamentos sólidos, siguió erosionando la legitimidad del sistema electoral, el mismo sistema que años antes él había utilizado para ascender políticamente dentro del PRD. Su comportamiento revelaba un patrón claro: para AMLO, el respeto a la democracia era secundario frente a su propia ambición. Cada vez que el voto popular no le favorecía, las instituciones se convertían en enemigos a destruir.

Mientras se preparaba para enfrentar la elección de 2018, AMLO había dejado atrás a aquellos que alguna vez lo apoyaron, consolidando su poder dentro del partido a costa de sus antiguos compañeros. Su ambición, que lo había llevado a saltar de un partido a otro, a romper alianzas y a concentrar el poder en sus manos.

Sin embargo, el PRD ya no le resultaba útil. Dentro del partido, aún quedaban figuras que no se sometían completamente a su voluntad, lo que representaba un obstáculo para su ambición de control absoluto. Decidido a no tolerar disidencias, AMLO orquestó la destrucción del PRD, un partido que alguna vez fue símbolo de la izquierda, pero que no podía ser su herramienta personal.

Así, fundó MORENA, un partido diseñado a su medida, en el que la lealtad a su figura era el principal requisito para ascender. A diferencia del PRD, donde aún existía espacio para el debate y la diversidad de opiniones, en MORENA lo esencial era no contradecirlo en nada. Con este nuevo vehículo político completamente bajo su control, AMLO estaba listo para llevar a cabo una de las campañas presidenciales más divisivas en la historia de México.

A lo largo de estos años, AMLO no cesó en sus críticas a los gobiernos en turno. Si bien las administraciones de Calderón y Peña Nieto tenían sus fallos, ninguno de ellos fue peor que el PRI del que AMLO formó parte en sus años de juventud, el mismo que consolidó la corrupción y la represión en México. Sin embargo, AMLO hábilmente supo canalizar el descontento social, aprovechando cada error de los gobiernos recientes para proyectarse como el salvador del país.

Cuando finalmente alcanzó la presidencia en 2018, muchas de las peores advertencias sobre su carácter comenzaron a materializarse. AMLO mostró desde el primer día su desprecio por la división de poderes y por las instituciones autónomas que había utilizado como ariete en su lucha contra el pasado. Su gobierno se caracterizó por la concentración del poder en sus manos, el debilitamiento de los contrapesos democráticos y una constante militarización de la vida pública. Las decisiones económicas erráticas y la cancelación de proyectos de inversión clave —como el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México— trajeron consigo una crisis económica de la que el país nunca se recuperó del todo.

Las peores prácticas de su gobierno incluyeron la manipulación de programas sociales para cooptar el voto, el ataque sistemático a los medios de comunicación críticos y el uso de las instituciones judiciales para perseguir a sus oponentes. Bajo su mandato, México retrocedió en materia de libertades y transparencia. Aquellas voces que habían advertido de su autoritarismo y su estilo polarizante, vieron cumplirse sus peores pronósticos.

Uno de los momentos más oscuros de su presidencia ocurrió cuando, de manera flagrante, intervino ilegalmente en el proceso electoral de 2024 para asegurar la victoria de su sucesora, Claudia Sheinbaum. Pese a que él mismo había sido el arquitecto de una de las legislaciones más estrictas en cuanto a la participación de funcionarios públicos en procesos electorales —derivada de sus denuncias infundadas de fraude en 2006 y 2012—, superó con creces las intromisiones de Vicente Fox y Felipe Calderón. Desde la presidencia, utilizó recursos públicos y la plataforma del gobierno para atacar a sus críticos y dirigir la narrativa electoral, violando así las mismas leyes que sus reclamos del pasado ayudaron a construir.

Finalmente, la destrucción del Poder Judicial y los órganos autónomos, que habían sido los pilares de su discurso opositor contra los gobiernos anteriores, se concretó durante su mandato. AMLO, incapaz de tolerar cuestionamientos a su gestión, combatió ferozmente a estas instituciones cuando las críticas se dirigieron hacia él. Su gobierno erosionó sistemáticamente la independencia del INE, la Suprema Corte y otras instancias de control, eliminando los últimos resquicios de equilibrio democrático.

Con la consolidación de su poder y la llegada de Sheinbaum a la presidencia, el futuro de México quedó envuelto en incertidumbre. La desaparición de los contrapesos institucionales, la polarización social y la creciente militarización del país presagiaban tiempos difíciles. Aquello que muchos temían desde los inicios de la carrera política de AMLO se había cumplido: un México más dividido, con instituciones debilitadas y una democracia gravemente herida.

martes, 25 de junio de 2024

Inmunidad patriótica

En la actualidad, nos encontramos en una situación política en la que todo aquello que antes era criticado, ahora se justifica. El financiamiento ilegal de campañas, el uso del aparato del estado para perseguir a los opositores, la intervención en procesos electorales, la impunidad, el influyentismo, la corrupción, la opacidad, el gasto discrecional, y el incremento de la violencia y los asesinatos a raíz de una militarización desenfrenada, son ahora parte de la norma.

La seguridad con la que mienten, "con sinceridad" como diría Violeta Vázquez, les otorga una ventaja considerable sobre aquellos que vacilan al decir la verdad. Ya sea por timidez, por mantener las apariencias o por no querer molestar al poder, muchos optan por el silencio.

Las acrobacias retóricas, las contradicciones y las demostraciones de estupidez supina serían cómicas si no fueran tan peligrosas. Pero cuando los idiotas tienen poder, se vuelven una amenaza, especialmente para aquellos que votan con fe ciega y carecen de los medios o la voluntad para defenderse cuando se ven afectados.

Estos últimos no son tontos, son ignorantes. Ignorantes de que una democracia es mucho más que un gobierno de la mayoría. Es también defender los derechos de las minorías, los del individuo y limitar el poder. Esto no es una concesión graciosa del hombre fuerte, sino el resultado de años, décadas, siglos de construcción de un sistema de contrapesos. La destrucción de lo que se ha construido con tanto esfuerzo no es un avance, sino un retroceso monumental.

El régimen de López Obrador se ha otorgado algo similar a una inmunidad patriótica. Es imposible olvidar el fraude patriótico de 1986, cuando el régimen de entonces, del cual López era parte, implementó una serie de artimañas antes, durante y después de los comicios, violando abiertamente la legislación electoral, con la justificación de impedir que “la reacción” llegara al poder. Hoy, han repetido la dosis.

No espero nada bueno del sexenio que está por iniciar. El sexenio de López comenzó con finanzas sanas, fideicomisos sólidos e instituciones funcionales. Esto le presentó un obstáculo en su afán destructor, pero insistió hasta minar a estas instituciones. 

La sumisión de Arturo Zaldívar, la destrucción de la CNDH, de la CRE, el debilitamiento del INAI presagiaban un desastre. Pero entonces, las elecciones intermedias le arrebataron la mayoría calificada en el congreso. Eso ya no es así. La elección presidencial le ha abierto la puerta a un grupo de obtusos a los que solo se les resistía ese congreso mayoritario, pero sin mayoría calificada, y la SCJN. Ahora tienen el congreso y con él, la posibilidad y el deseo de destruir a la corte.

Para colmo, los fideicomisos que fueron expoliados y que dieron margen de maniobra económica a un gobierno irresponsable en las finanzas públicas, ya no existen. Se avecinan seis años aún peores que los que están por concluir. Es un panorama desolador.

Un amigo muy optimista me dijo que es importante recordar que la democracia es resistencia, y la resistencia es esperanza, pero yo no soy optimista y aunque la historia demuestra que las democracias resurgen eventualmente, creo que México aun va a desender más en la espiran autoritaria antes de empezar a mejorar.

martes, 21 de mayo de 2024

La Estrategia de Seguridad

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha sido objeto de críticas significativas en relación con su estrategia de seguridad. A pesar de su promesa de disminuir los índices de violencia e inseguridad mediante una estrategia conocida como “Abrazos, no balazos”, los datos muestran un panorama preocupante.

 

Durante su gobierno, se han registrado más de 30 masacres, y estados como Veracruz, Michoacán, Guerrero, Morelos, Sonora, Chihuahua, Oaxaca, Tamaulipas, Jalisco, Guanajuato y Zacatecas han sido escenarios de terribles masacres. Además, se ha registrado un aumento en el número de muertos. Según los datos más recientes, se han registrado durante esta administración, 187,695 homicidios dolosos superando las cifras de los gobiernos anteriores.

 

La estrategia de seguridad de AMLO se basa en ocho ejes, entre ellos destaca la creación de la Guardia Nacional. Sin embargo, a pesar de estas medidas, la violencia y la inseguridad persisten. Esto plantea preguntas sobre la eficacia de la estrategia de seguridad y si realmente está abordando las causas subyacentes de la violencia en México.

 

Además, ha habido críticas sobre el enfoque del gobierno hacia la responsabilidad política. Aunque los simpatizantes de AMLO a menudo insisten en que las críticas y demandas por mejores resultados son un "uso político" de los problemas de seguridad, al mismo tiempo, no dejan de mencionar lo ocurrido en sexenios anteriores. Este doble estándar puede es una forma de intentar evadir la responsabilidad por los problemas actuales.

 

Los datos sugieren que las medidas han sido insuficientes cuando no contraproducentes para abordar la violencia y la inseguridad en México. Lejos de reconocer estos hechos y desafíos de manera que se tomen medidas adicionales para abordar las causas subyacentes de la violencia, Sheinbaum no ve falla alguna y solo promete continuar con lo mismo. Al mismo tiempo, es importante que como ciudadanos reconozcamos que el gobierno y sus simpatizantes no tienen aquí un enfoque equilibrado y responsable hacia la crítica y la rendición de cuentas.

 

De pilón: Si guardáramos un minuto de silencio por cada persona asesinada en lo que va del sexenio, estaríamos en silencio durante 130 días, 8 horas y 15 minutos… Sin embargo, como no sea para hablar solo del pasado, los simpatizantes de AMLO han guardado silencio total sobre los asesinatos del sexenio.

martes, 23 de abril de 2024

La piel delgada de los analistas

La Mesa de Latinus recientemente ha generado reacciones en el contexto del primer debate presidencial, pues resulta interesante cómo los participantes de la mesa, a pesar de su valentía al enfrentar al poder político, han demostrado (algunos de ellos) una sensibilidad inesperada ante las críticas ciudadanas.

Dos semanas después del debate, los participantes aún parecen sentirse lastimados por las opiniones críticas de algunos ciudadanos. Es paradójico que aquellos que han alzado la voz y se han atrevido a cuestionar al sistema político ahora estén lamiéndose las heridas por las críticas que han enfrentado. Esto nos lleva a reflexionar sobre la fragilidad de algunos líderes ante la opinión pública y cómo, a pesar de su coraje inicial, pueden verse afectados por la crítica.


En otros temas de la mesa de hoy, Denise Dresser ha señalado que estamos ante la posibilidad un gobierno encabezado por Sheinbaum, tendria tintes autoritarios, que no dejaría espacio para la crítica y la diversidad de opiniones. Denise Dresser ha asegurado que todas las señales hacen evidente que Claudia gobernaría desde el autoritarismo en caso de ganar. Resulta sorprendente que no haya visto lo mismo en López Obrador. El presidente dió muestras durante años de que haría exactamente lo que finalmente hizo en su sexenio. Dresser ha experimentado en carne propia la reacción del presidente ante sus críticas. El presidente la ha mencionado en varias ocasiones y la ha difamado desde sus mañaneras. Aunque no la ha silenciado directamente, ha intentado intimidarla y cuestionar su reputación. Esta falta de percepción crítica hacia AMLO es un tema relevante que merece ser analizado en profundidad.

En resumen, la Mesa de Latinus y las opiniones de Denise Dresser nos invitan a reflexionar sobre la fragilidad de los líderes de opinión (incluidos los analistas) ante la crítica y la importancia de mantener una mirada objetiva hacia todos los actores del poder.

miércoles, 17 de abril de 2024

México en la Encrucijada: Continuidad o Cambio

La sucesión presidencial en México se encuentra en un punto crítico. El gobierno de López Obrador ha causado un retroceso significativo en los logros que se habían dado hacia el inicio de este siglo. La promesa de continuidad de Claudia Sheinbaum no es más que una extensión de estos retrocesos.

En materia de seguridad, los asesinatos dolosos han aumentado de manera alarmante bajo la administración de López Obrador. La creciente ola de violencia ha dejado a muchas familias en luto y a comunidades enteras en estado de miedo e incertidumbre.

La pobreza también ha crecido de manera significativa. A pesar de las promesas de mejorar la economía y el bienestar de los mexicanos, la realidad es que cada vez más personas se encuentran en situación de pobreza.

El manejo de la pandemia por parte del gobierno ha sido otro punto de fracaso. La falta de una estrategia clara y efectiva resultó en un alto número de contagios y muertes, mientras que a su hijo se le dio trato preferente.

Y que decir de los escándalos de corrupción con involucramiento de sus leales e incluso su familia (hermanos, primos, sobrinos e hijos).

El desabasto de medicamentos es otro problema grave. Muchos mexicanos han tenido dificultades para acceder a los medicamentos que necesitan, lo cual ha tenido un impacto negativo en su salud y calidad de vida y cuando exijieron respuestas, fueron acusados de golpistas.

La amenaza latente a la democracia liberal, a la división de poderes y a la integridad de la Suprema Corte, propuestas por AMLO y hechas propias por Claudia, son preocupaciones que no podemos ignorar. Estos elementos son fundamentales para el funcionamiento de cualquier democracia y su erosión podría tener consecuencias devastadoras.

No estamos en una posición mejor que en el pasado reciente, que tantas veces se criticó con razón. De hecho, estamos empeorando y si no hacemos algo al respecto parece que seguiremos en esa dirección. El argumento erróneo de que no podemos estar peor no se sostiene. Si consideramos los hechos, la continuidad que Claudia ofrece, garantiza que se agravará la situación.

Dado ello, votar por Xóchilt Gálvez es la opción lógica para tratar de evitar el desastre que se prevé se pueda profundizar. No se trata de decantarse por promesas exageradas de progreso y prosperidad, sino de la posibilidad de detener la destrucción de este sexenio para volver al camino de avance democrático del que nos desviamos hace 6 años.

martes, 16 de abril de 2024

Autoritarismo: Una Realidad Indiscutible

El artículo Suspensión de la crítica, de Jesús Silva-Herzog Márquez, aborda la tensión entre la crítica y la polarización política en tiempos de crisis democrática.

El autoritarismo es un fenómeno que ha permeado la historia de la humanidad en diversas formas y contextos. Sin embargo, su esencia permanece inmutable: es un sistema que se impone sin consideración por la diversidad de pensamiento o la libertad individual. La idea de un “autoritarismo light” (@_gabonavarro dixit) es una contradicción en sí misma, ya que el autoritarismo, por definición, es absoluto y excluyente.

El autoritarismo no admite matices ni versiones suavizadas. Parafraseando nuevamente a @_gavonavarro, no viene libre de gluten ni en colores neutros o pastel. No hay autoritarismo light ni ecológico. No lo puedes pedir deslactosado y endulzado con miel de agave. No conoce incisos ni apartados. Es autoritarismo y punto.

La intransigencia del autoritarismo es una realidad que no podemos ignorar. Es un sistema que se impone sin consideración por la diversidad de pensamiento o la libertad individual. La idea de un “autoritarismo light” es una contradicción en sí misma, ya que el autoritarismo, por definición, es absoluto y excluyente.

En este sentido, es fundamental que reconozcamos el autoritarismo en todas sus formas y manifestaciones. No podemos permitirnos el lujo de minimizar su impacto o de ignorar sus consecuencias. El autoritarismo, en cualquiera de sus formas, es una amenaza para la democracia y la libertad individual.

Por otro lado, es importante destacar que el autoritarismo no es una solución a los problemas de nuestra sociedad. Al contrario, es una forma de gobierno que limita la capacidad de las personas para tomar decisiones y ejercer su libertad. El autoritarismo, en última instancia, es una forma de opresión.

Por lo tanto, es esencial que luchemos contra el autoritarismo en todas sus formas. Debemos promover la democracia y la libertad individual como los pilares fundamentales de nuestra sociedad. Como sugiere @TheOCGlobal, debemos educar a las nuevas generaciones sobre los peligros del autoritarismo y la importancia de la democracia.

En conclusión, el autoritarismo es una realidad que no podemos ignorar. Debemos reconocerlo, entenderlo y luchar contra él. Solo así podremos construir una sociedad más justa, libre y democrática.

jueves, 11 de abril de 2024

El Gobierno de López Obrador y la Candidatura de Claudia Sheinbaum: Opacidad, Corrupción y Falsas Equivalencias en la elección

En los últimos años, México ha sido testigo de un gobierno que prometió cambios significativos, pero que ha dejado mucho que desear. El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su candidata a sucederlo, Claudia Sheinbaum, han estado en el centro de la atención pública. Sin embargo, sus políticas y acciones han generado controversia y preocupación. En este artículo de opinión, exploraremos los fracasos de ambos líderes y cómo la opacidad y la corrupción han afectado la democracia mexicana.

El Costo en Vidas:
López Obrador ha enfocado gran parte de su mandato en temas de seguridad y salud. Sin embargo, los resultados han sido desalentadores. Las políticas implementadas no han logrado reducir la violencia ni mejorar la atención médica. El costo en vidas humanas es innegable. Cada día, familias mexicanas enfrentan la pérdida de seres queridos debido a la inseguridad y la falta de acceso a servicios de salud adecuados.

Obras Faraónicas y Drenaje al Erario:
Las obras faraónicas, como el aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Maya, han sido una constante en el gobierno de López Obrador. A pesar de las promesas de beneficios económicos, estas megaestructuras no solo no generan ganancias, sino que continúan drenando recursos del erario público. Es hora de cuestionar la viabilidad y la verdadera intención detrás de estas inversiones millonarias.

Claudia Sheinbaum y los Desastres:
La candidata Sheinbaum no está exenta de críticas. El colapso de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México y la tragedia en el Colegio Enrique Rébsamen son ejemplos de su gestión. La falta de mantenimiento y la negligencia han costado vidas. Además, el desempeño de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México durante su mandato ha sido cuestionable.

Opacidad y Corrupción:
Tanto López Obrador como Sheinbaum han enfrentado acusaciones de opacidad y corrupción. La falta de transparencia en la toma de decisiones y la asignación de recursos es alarmante. Los ciudadanos merecen saber cómo se manejan sus impuestos y cómo se toman las decisiones que afectan sus vidas.

Falsas Equivalencias:
Resulta incongruente responsabilizar exclusivamente a la oposición de los problemas actuales. Xóchitl Gálvez, por ejemplo, ha sido criticada por errores insignificantes en comparación con los desastres ocurridos bajo el liderazgo de López Obrador y Sheinbaum. Los analistas políticos y los ciudadanos deben dejar de buscar falsas equivalencias y enfrentar la realidad.

Conclusión:
La democracia liberal en México está en peligro. La complacencia y la complicidad solo contribuyen al deterioro continuo. No podemos permitir que la opacidad y la corrupción sigan socavando nuestra sociedad. Es hora de exigir responsabilidad y transparencia. Si no actuamos ahora, podríamos encontrarnos en una situación similar a la de Venezuela, donde la democracia fue destruida gradualmente. No seamos farsantes; seamos ciudadanos informados y comprometidos con un futuro mejor.

De pilón:
El ignorante tiene excusa, el perverso un motivo... Los demás estamos arriesgando la posibilidad de vivir en un estado de derecho.

martes, 12 de marzo de 2024

La Mitología del Obradorismo: Un Análisis de sus Creencias Fundamentales

 

La mitología del Obradorismo tiene como piedra angular la afirmación de un supuesto fraude en 2006. Sin embargo, es importante recordar que no hubo fraude. Así se calificó la elección y se declaró válida. Esto fue determinado por el IFE y el TRIFE, tras el desahogo de alegatos por parte del candidato derrotado, y con una diferencia de 0.56% de votos favorable a Felipe Calderón.

Acerca de esta afirmación ya se ha dicho mucho y se ha desmantelado. Solo se puede aceptar como un acto de fe por parte de los acólitos, serviles y/o ignorantes.

Otra parte de la mitología obradorista, es la que afirma que solo son buenos mexicanos aquellos que son leales a López; no a la constitución, no a los principios fundamentales de la democracia liberal; ni siquiera a los dichos, diagnósticos, promesas y compromisos de López… sino leales a Andrés Manuel y solo a él.

El culto a la persona de López es tal, que discrepar de él es suficiente para ser tildado de traidor a la patria; señalar sus mentiras es motivo de acusaciones de sicariato para los periodistas, y demandar derechos como el de la salud y acceso a medicamentos es calificado de golpismo. El punto de partida de estos ataques es la conferencia de López, la cual realiza con la investidura, recursos y símbolos de uno de los tres Poderes de la Unión, de la titularidad del ejecutivo federal en un régimen presidencialista como el nuestro.

Nada que venga de quien no es adicto a López pasa el filtro de mexicanidad entre los leales.

¿Qué cosa es esa que hace más mexicano y no un traidor a la patria, a quien se anula a sí mismo, sus opiniones propias e incluso niega la realidad con tal de adular, justificar o cuando menos callar lo que de criticable pueda tener López y su gobierno?

Es, pues, un acto de fe igual que la mentira del fraude de 2006. Es así porque López lo dice y si la realidad hace evidente lo contrario, él tiene otros datos y sus leales solo tienen los que él les dice que tengan.

¿La Constitución? Al diablo con la Constitución y las leyes e instituciones que de ella emanen… No me vengan con que la ley es la ley.

Hasta 2018, toda crítica de López a quienes detentaban el poder tras haberlo derrotado electoralmente, se centraba (como debe ser) en señalar violaciones (reales a veces, pero casi siempre inventadas) a la legalidad.

Es solo ahora que detenta el poder, que no hay que reclamarle lo mismo que él reclamó, que hablar de legalidad y estado de derecho, es lo que hace un mal mexicano, un vendepatria, un traidor a la patria. Al diablo su Constitución. El Estado soy yo.

Esa actitud es propia de monarquías absolutistas, anteriores a la Carta Magna de 1215.

Solo quiero decirle a los leales de López que pese a todo lo anterior siguen creyendo que son más mexicanos por esa lealtad que los que en observancia de la ley y ejercicio de sus derechos ciudadanos son críticos o abiertamente opuestos al obradorismo, a transgredir la ley y la constitución, a amedrentar periodistas, a usar el poder del Estado para revelar información personal… A esos quiero decirles que son más obradoristas que yo, pero no más o mejores mexicanos que yo, no son más o mejores demócratas que yo, no son más o mejores ciudadanos que yo… Y no estoy solo, hay muchos más por allí.