Sin importar que por años Lopez Obrador había criticado a los funcionarios públicos que se atendían en la medicina privada en lugar de acudir al sector salud, sin importar que él mismo había antes expresado no estar en posibilidades de atenderse en hospitales privados, a quienes señalaban tales incongruencias se les acusaba de albergar un deseo de muerte motivado por el odio.
Dejaron de lado que AMLO y por supuesto sus seguidores habían hecho exactamente lo mismo en otros casos con sus oponentes políticos. Ahí consideraron que era perfectamente legítimo cuestionar. El límite fue cuando los papeles se invirtieron. Ahí los críticos eran fascistas y miserables.
Sin lugar a dudas hay de ambos lados de la rivera política los que alimentan un odio visceral con expresiones francamente detestables y que no vale la pena comentar y mucho menos repetir porque son injustificables e indefendibles.
Y bueno, la verdad es que desear el mal es muy torpe básicamente porque es estéril. Nadie se muere por las ganas que otros tengan de ello y es más probable que la salud del odiador sea la que se vea afectada.
Lo que me parece vale la pena comentar, es aquellas instancias en que los momentos de crisis por la salud de personajes públicos son motivo de comentarios y comparación entre lo dicho y lo hecho.
Señalar esas incongruencias parece lo más razonable y no puede esperarse que no ocurra cuando las acciones no se corresponden con lo que por años se ha dicho.
Se puede estar de acuerdo o no con que deba alguien atenderse en tal o cual instancia, pero lo que no se puede, es pedir que no se critique a alguien por poner la medida de lo moralmente aceptable a los demás e incumplirla para sí mismo.
Quienes en 2013 denunciaban odio, ignorancia, mezquindad y miseria moral tras el infarto, no se quejaron de eso antes cuando la critica se dirigía a otros; ahora están de vuelta y hacen lo mismo que criticaron.
Que si EPN tiene cáncer. Que si es imposible que esté en activo tras una cirugía (sugiero googleen “laparoscopia”). Que si es un doble quien se presenta en actos oficiales mientras él verdadero Peña muere.
Estas teorías de conspiración usualmente vienen de anónimos pero luego vienen también del “periodismo comprometido”; aquel “que sabe poco, cree que sabe, y su prepotencia lo lleva a cometer todos los errores”.
Cuesta trabajo no imaginar las reacciones (porque ya las hemos visto) de ser el caso que esos comentarios se hicieran sobre Lopez Obrador.
Lo que ocurre, es que esas acciones revelan la naturaleza de los más fanáticos de ambos bandos del espectro político que hacen justamente lo mismo que critican. Los extremos que se juntan podrían pelear contra el espejo y no notarlo en tanto no se mencione el nombre del político o partido político de su preferencia.
Exigir que los rumores en redes sociales sean desmentidos por los señalados en esos rumores ya se hizo para algunos, sinónimo de periodismo y ejercicio de la libertad de expresión cuando favorece a su opción electoral. Deben saber que la doble moral no es lo mismo que superioridad moral que luego se anda presumiendo.
De pilón: Un reportaje de El Universal comentó las muchas propiedades de Ricardo Monreal y su familia en Zacatecas sin que los simpatizantes de MORENA tardaran en criticar al periódico. Luego Carmen Aristegui en su portal hace eco de lo mismo y esos mismos críticos hacen silencio. #DobleEstandar