Durante prácticamente la totalidad del
sexenio de Felipe Calderón el énfasis estuvo en “La Guerra” – Lucha o Combate –
contra el crimen organizado.
Soy de los que piensan que a los criminales
hay que enfrentarlos, no puede ni debe negociarse la aplicación de la ley. Es
un mandato constitucional que obliga a la autoridad a hacer inclusive uso de la
fuerza para preservar la supremacía del estado ante los intentos de los poderes
facticos por hacerse del dominio de una región.
Dicho lo anterior, hay que sin duda decir
que la narrativa del sexenio fue desde Los Pinos, centrada en cubrir esa lucha
contra el crimen. Un día sí y otro también, desde el gobierno se loaban los “logros”
consistentes en la detención, abatimiento, operativos contra tal o cual grupo
delictivo.
Los medios tenían por contraste, la práctica,
misión o consigna de señalar los fracasos y el culmen de esa misión se vio el un gran
número de “muertometros” que apareció contabilizando a “los muertos de Calderón.”
Tengo la opinión de que tanto el gobierno
federal, como los medios se equivocaron en sus respectivas estrategias. Que el
gobierno de Calderón hiciera del combate al crimen organizado el centro de su
narrativa impidió ver con el debido detalle otros posibles nichos de atención y
no creo que la estabilidad economice en medio de la peor crisis mundial
resiente sea poca cosa.
Por otro lado, he de decir sin más elementos
que la suposición, que matar a una persona debe ser la parte más fácil de del
crimen. Colgarla de un puente, ponerle un mensaje amenazante y lograr que los
medios difundan la foto del muerto y el mensaje de amenaza deben ser lo
realmente complicado y realmente, el fin primordial de todo el asunto.
El nuevo gobierno ha modificado la
narrativa, desde la campaña advirtió del cambio que vendría. No es razonable
pensar que se tratara de una estrategia que supusiera dejar de ir tras los
criminales, esa sigue como debe seguir, pero ya no es el centro del discurso. Y
no es que se haya derrotado al crimen organizado o que ya no se den capturas y
enfrentamientos. Creo que inteligentemente, se ha dejado de hacer de ello el
centro de la historia que el gobierno quiere contar. Ello me parece acertado,
pues en el combate al crimen, no se puede aspirar realistamente a su eliminación
total. El objetivo debe ser el de regresarlo a la clandestinidad y a hacer de él
una actividad sin aceptación social. Tenerlo en el centro del discurso oficial
no sirve ese propósito ni deja ver otros logros que puedan tenerse.
Por el lado de los medios se ha visto también
un cambio en la manera de cubrir los hechos de sangre relacionados al crimen
organizado. Las historias de esa índole, han vuelto a las páginas de la sección
de policiaca de donde no me queda muy claro porque salieron para instalarse en
las primeras planas.
Hacer el trabajo de “comunicación social”
de los criminales no hace mucho sentido y resultó en que se puso a los
profesionales de los medios en la línea de fuego de los diferentes grupos
criminales.
Opino que es bienvenido el cambio por parte
de los medios pero a diferencia del cambio en el gobierno que fue avisado desde
antes, en los medios el cambio ha sido en silencio y sin explicaciones. Ni han
reconocido un error en su pasado accionar no han explicado sus acciones
pasadas.
No es que reniegue yo de la muerte del “muertometro,”
es que me parece que los medios deben una explicación a la sociedad que no
tiene claro porque ese cambio. Si en el pasado actuaron de buena fe y se
equivocaron o si era por consigna su actuación de entonces o su silencio de
ahora.
Similar o a caso mayor deuda tienen los
intelectuales de izquierda que pasaron buena parte del sexenio anterior pidiendo
#NoMasSangre y hoy callan. Deberían al menos intentar convencer de que su actuación
no era impulsada por viles y mezquinas motivaciones político-electorales. No
veo como logren explicarlo, pero deberían de intentarlo.
Arturo Salinas Guerrero
@rtoursg