martes, 24 de agosto de 2021

El lejano 2024.

El desempeño de López Obrador ha sido pésimo en prácticamente todos los rubros. Existe suficiente información y evidencia que demuestran con datos que el trabajo de AMLO ha sido un verdadero desastre. El presidente es inepto e incapaz y no tiene absoluta idea de cuales son sus funciones de gobierno. Ensimismado, camina desquiciado por los largos pasillos de Palacio Nacional maquinando las ocurrencias que destruyen todo aquello que tenga que ver con el pasado, funcione o no. La única habilidad de Obrador es su perverso manejo de la narrativa a través de discursos que aunque huecos, son altamente efectivos y tiene (nos tiene) a millones de mexicanos hablando de todo menos de lo que afecta a la sociedad. Si bien existe una gran cantidad de arrepentidos, su base se sigue contando por millones y lo seguirá apoyando así les incendie su casa. Esto lleva a una activa discusión pública en torno a qué se debe hacer para evitar que el partido en el poder y su marca #4T logren el triunfo en las elecciones de 2024. 

El reciente mensaje de Ricardo Anaya acusando a López Obrador de quererlo meter a la cárcel, incrementó notoriamente la discusión con relación a las alternativas para detener la continuidad del régimen actual. Una de esas posturas es la de mi amigo @Donvix, https://twitter.com/Donvix/status/1429970403674533894?s=19 y en este hilo, con su jocoso y peculiar estilo expone lo que ha venido manifestando y que a su vez es suscrito por no pocas personas en la red. A grandes rasgos, esta postura podría resumirse en que a tres años del día de la elección 2024, no es momento de estar hablando de personajes (en este caso Anaya) que tengan posibilidades de ganarle al candidato oficial. Desde su óptica, el contar con figuras de renombre que puedan competir y sumar el porcentaje requerido para vencer al candidato de López Obrador no es lo primordial. Su planteamiento parte de que tendríamos que enfocarnos en el qué y en el cómo y suscribe formulaciones como la que se muestra en el tuit de Arturo Carranza @LeonEconomista https://twitter.com/LeonEconomista/status/1429817536091234313?s=19 en el cual intrínsecamente se habla de reconstruir al país y se preguntan ¿Qué tipo de país queremos? lo cito: ¿Cuál es el rumbo que debería tomar México en el 2024? ¿Qué quieren para México? ¿Qué tipo de economía queremos tener? Decir nada más "que se vaya MORENA" no es ni el 1% del proceso de reconstrucción del país.". Su planteamiento es esencialmente que es necesario reconstruir al país y todo aquello que se discuta y sea ajeno a este planteamiento es un error. Sin darse cuenta y evidentemente sin mala intención, este planteamiento cae dentro de la retórica y línea de pensamiento de López Obrador, aquel en el que en el pasado todo estaba mal, por lo tanto México requiere una reconstrucción y refundación, llamada por Obrador “la cuarta transformación”.

No existe una fórmula mágica para lograr un país modelo, por ejemplo, el sistema nórdico es referencia para una gran cantidad de líderes y países en el mundo, sin embargo no lograron una economía estable solo después de la implementación del estado de bienestar, en su libro Exponiendo el mito del socialismo nórdico, Nima Sanandaji, plantea que el éxito económico de Dinamarca, Noruega, Suecia y, Finlandia tiene que ver más bien con una mezcla de factores basados en una cultura única de trabajo, una idea común de alimentación saludable, la cohesión social y los altos niveles de confianza entre la sociedad. Además, Sanandaji explica cómo las sociedades de estos países adoptaron esta cultura impulsados en gran medida para sobrevivir en el implacable clima escandinavo. Por otro lado, países como Corea del Sur y Japón quedaron destruidos después de la segunda guerra mundial y literalmente tuvieron que reconstruirse. El emblemático caso de éxito de Corea del Sur, conocido como El milagro en el río Han, es un modelo referente al día de hoy. De la misma manera, podrían enunciarse otros países que han logrado el éxito, así como el qué y cómo lo hicieron, pero en todos los casos, el camino fue largo y llevó décadas consolidar estos cambios. Trasladando esto a la situación de México, durante las últimas 3 décadas el país llevaba cierto avance en la conformación de instituciones y mecanismos de certeza jurídica que sentaban las bases para un desarrollo y crecimiento económico. El gran lastre era la corrupción y la impunidad, pero hablar sólo de reconstruir y solo preguntarnos ¿qué queremos? Es dejar de lado todo aquello que funcionaba y que el régimen actual está destruyendo.

Es necesario solo enfocarnos en el  ¿qué? y el ¿cómo?, en ¨¿Qué tipo de economía queremos tener?”. Por qué no hacer eso mientras analizamos y acordamos quienes tienen el perfil ideal que nos ayude a consolidar esos cambios que nos lleven a ser un modelo de país empezando por rescatar lo que ya funcionaba, una cosa no excluye a la otra y 3 años no son nada. No concibo que estemos en desacuerdo en el daño que representa la imparable destrucción de instituciones y dependencias de la administración pública que bajo el pretexto de (una inexistente) austeridad AMLO está desapareciendo. Programas, fideicomisos e instituciones están siendo eliminados al por mayor, y si no son eliminados, el presidente se apodera de órganos constitucionales autónomos imponiendo a incondicionales como es el caso de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. No creo que estemos en desacuerdo en que la desaparición del Seguro Popular y creación del INSABI es una tragedia para millones de enfermos en el país. 

Como se observa en innumerables casos, al día de hoy, el país sigue sumergido en situaciones de corrupción e impunidad y es imperativo sumar esfuerzos para detener la apropiación completa del Estado y el poder absoluto, que traería un escenario aún peor que el de la actualidad. El camino es al revés, consolidemos a las instituciones y órganos constitucionales autónomos,  demos autonomía a órganos de control interno como Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación. Consolidemos una verdadera separación de poderes. Simultáneamente,  discutamos también quiénes son los perfiles que nos pueden ayudar a lograrlo, pero hagámoslo con madurez, leyendo los comentarios en contra de Ricardo Anaya la vasta mayoría tiene relación con su falta de carisma y personalidad, y seamos francos, el problema no es Anaya, si hablamos de Enrique Alfaro, Ildefonso Guajardo, Enrique De la Madrid, Zavala, y otros posibles candidatos, el interminable debate será sobre las diferencias, deficiencias, y nula simpatía, no sobre las cualidades, propuestas y planes que tenga cada uno para liderar las acciones en búsqueda del México que queremos.

Veamos el bosque, no sigamos atrapados viendo las ramas.

@PoloTjMX