sábado, 22 de febrero de 2025

¿Casualidad o señal? Los gestos que sacuden la política

En política, como dice el refrán mexicano, “no hay coincidencias”. Y cuando tres figuras prominentes —Elon Musk, Steve Bannon y Eduardo Verástegui— levantan el brazo, palma abajo, en eventos cargados de simbolismo, es difícil no ver un patrón. Esto no es un tropiezo inocente; es un eco que resuena con la historia.

El 20 de enero, en la toma de posesión de Trump, Musk exclamó “¡Gracias por hacer esto posible!” y extendió el brazo tras tocarse el pecho. “Un gesto torpe”, dicen algunos; otros, como la historiadora Ruth Ben-Ghiat, lo llamaron “beligerante”. Musk lo desestimó en X como un ataque gastado, pero grupos neonazis lo aplaudieron. ¿Casualidad?

Luego, en CPAC el 20 de febrero, Bannon cerró su discurso —“¡Luchen, luchen, luchen!”— con un saludo de brazo recto. Un estratega como él no improvisa símbolos así en un escenario conservador tan serio. Al día siguiente, Verástegui, el activista mexicano, repitió el gesto: mano al pecho, brazo alzado, “Mi corazón está con ustedes”. ¿Otra casualidad en 24 horas? El líder francés de extrema derecha, Jordan Bardella, abandonó su discurso en protesta, oliendo una referencia al nazismo.

Tres gestos, tres figuras del círculo de Trump, en un mes. El saludo nazi no era solo un ademán; era un juramento, un unificador de un régimen que dejó millones de muertos. Hoy, en un clima post-6 de enero, con Musk apoyando a la AfD alemana y Bannon predicando “America First”, estas imágenes no pasan desapercibidas. ¿Provocación? ¿Señal a sus bases? ¿O solo estética de poder? La historia nos enseña que los símbolos importan, y en política, repetirlos no es accidente.

No digo que sean malvados como los nazis —eso requiere más que un saludo, más que declaraciones—, pero tampoco compro que sean errores. Son demasiado calculados, y CPAC no es un circo. Es un mensaje, y nos toca decidir qué significa y cómo enfrentar la muy real amenaza que representa.

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