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miércoles, 25 de noviembre de 2015

MIEDO

Veo que muchos comentan la “amenaza” de DAESH contra 60 países entre los que se cuenta a México.

Periódicos, radio, televisión y redes sociales dan cuenta de ellos a cada minuto.

Darle difusión en los medios a los mensajes que procuran causar miedo en la población general no tiene sentido. Si los medios en principio creen que ello les generará un beneficio económico, este no puede ser a largo plazo cuando se da a costa de la sociedad en la que coexisten; no tiene sentido.

Informarse, actuar con sentido común, cuidarnos y cuidar a los nuestros es lo mejor que podemos hacer. Hacerlo con la presión del miedo sobre nosotros solo lo dificultará.

Nadie por ejemplo  ha reflexionado sobre cual sería el valor estratégico para esas personas de un supuesto ataque en México. ¿Qué efecto tendía en un país con tantas muertes violentas diarias?

Hay que bajarle a los decibeles y pensar fríamente.
 
No hace mucho que en México un asesinato era reproducido incontables veces en los medios. Paginas principales de los medios impresos y espacios estelares de los medios electrónicos multiplicaban el efecto pretendido por los perpetradores.

En un país en el que  al menos 90% de crímenes REPORTADOS se quedan en la impunidad, asesinar era (es) para los criminales la parte sencilla. La saña con la que se hacía (hace), el macabro espectáculo de colgar los cadáveres de puentes o dejarlos desmembrados a la vista, de filmar ellos mismos su atrocidad, esa era (es) la verdadera intención de los criminales.

Fue en eso en lo que a sabiendas o por ignorancia, los medios y no en pocos casos el mismo gobierno, se convirtieron en los hechos en voceros de los asesinos.

Se creó terror en la población y se propició la oportunidad para que delincuentes menores actuaran al amparo de la confusión exacerbando la realidad de por si violenta.

Los medios y el gobierno han bajado los decibeles en estos casos y es de reconocerse. No era (es) una estrategia inteligente la de dar reflectores a los asesinos. Hoy parece que los reductos de notas violentas se encuentran entre los “activistas” que antes abogaban por #NoMasSangre pero que se frotaban las manos por cálculo político con cada terrible acontecimiento.

Aunque es de reconocerse cambio de enfoque para tratar estos hechos, sigo sin escuchar de parte de los medios los motivos del notorio viraje. Sería deseable como un ejercicio de ética periodística que comentaran al respecto. Ya ha pasado tiempo suficiente.

Bien haríamos en tomar lo aprendido del caso domestico antes relatado para aplicarlo al asunto de los terroristas internacionales.

A los medios y luego a cada uno de nosotros en lo individual no nos conviene hacer eco de quienes pretenden causar terror.