Las recientes declaraciones de Javier “Chicharito” Hernández sobre los roles de género han desatado una tormenta en la opinión pública mexicana. En un video difundido en redes sociales, el futbolista expresó opiniones que muchos han calificado como machistas, al sugerir que las mujeres deben priorizar tareas domésticas como cuidar el hogar y cuestionar el feminismo con un tono despectivo. Estas palabras, aunque ofensivas para muchos, forman parte del derecho de un ciudadano privado a expresar sus puntos de vista, por más controvertidos que sean. Sin embargo, la intervención de la presidenta Claudia Sheinbaum en su conferencia matutina, al calificar los comentarios de Hernández como “muy machistas” y sugerir que “tiene mucho que aprender”, plantea una pregunta incómoda: ¿es adecuado que la máxima autoridad del país opine sobre las declaraciones de un ciudadano privado, por más reprobables que estas sean?
La respuesta de Sheinbaum no solo amplificó la controversia, sino que también pareció catalizar las sanciones posteriores impuestas a Chicharito. La Federación Mexicana de Fútbol anunció una multa económica al jugador, un hecho que, cronológicamente, siguió a los comentarios presidenciales y que podría interpretarse como una reacción a la presión generada desde el Ejecutivo. Esta secuencia de eventos pone en entredicho la autonomía de las instituciones deportivas y sugiere una posible influencia del poder político en la esfera privada, lo cual resulta preocupante en una democracia que valora la libertad de expresión, incluso cuando las opiniones son impopulares o chocantes.
Este episodio no puede analizarse sin considerar un precedente igualmente controversial. Durante su mandato, el expresidente Andrés Manuel López Obrador sugirió que las mujeres mayores debían asumir roles de cuidado, como atender a nietos o enfermos, a cambio de apoyos económicos del gobierno. Estas declaraciones, provenientes de la máxima autoridad del país, no solo reforzaron estereotipos de género, sino que se tradujeron en políticas públicas que moldearon la distribución de recursos y las prioridades nacionales. A diferencia de las palabras de Chicharito, que reflejan la opinión de un individuo sin poder político, las de López Obrador tuvieron un impacto tangible en la vida de millones, al institucionalizar una visión tradicionalista del rol de las mujeres en la sociedad.
Aquí radica una distinción crucial: las opiniones de un ciudadano privado, por más influyente que sea como figura pública, no tienen el mismo peso que las de una autoridad. Las palabras de un futbolista pueden generar debate o indignación, pero carecen de la capacidad de convertirse en políticas que afecten a toda una nación. En contraste, cuando un presidente emite juicios que perpetúan estereotipos, estos no solo legitiman ciertas narrativas, sino que pueden transformarlas en acciones de gobierno con consecuencias reales. La intervención de Sheinbaum en el caso de Chicharito, aunque motivada por un rechazo legítimo al machismo, cruza una línea al involucrar al Estado en la censura de opiniones personales, lo que podría sentar un precedente peligroso para la libertad de expresión.
El caso de Chicharito no debe minimizarse como un simple exabrupto. Sus palabras reflejan una mentalidad que aún persiste en sectores de la sociedad mexicana y que merece ser debatida. Sin embargo, la respuesta no debería venir desde el púlpito presidencial, sino de la sociedad misma, a través del diálogo, la crítica y la educación. Las sanciones impuestas al futbolista, posiblemente influenciadas por el señalamiento de la presidenta, refuerzan la percepción de que el poder político puede moldear las consecuencias de las opiniones privadas. En un país que aspira a la igualdad y al respeto por los derechos individuales, es fundamental distinguir entre el peso de las palabras de un ciudadano y el impacto de las declaraciones de quienes ostentan el poder. La verdadera transformación cultural no se logrará con sanciones impulsadas desde el Estado, sino con un debate abierto que fomente la reflexión y el cambio desde la base de la sociedad.