La frase “destruir el pueblo para salvar el
pueblo” tiene sus orígenes en la Guerra de Vietnam, utilizada para describir la
destrucción de aldeas vietnamitas con el fin de eliminar la presencia del Viet
Cong. Esta paradoja ilustra cómo, en ocasiones, se justifican medidas extremas
con la intención de lograr un bien mayor, aunque a menudo resultan en
consecuencias devastadoras.
En México, esta frase resuena con las
acciones de los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Claudia
Sheinbaum. Durante la administración de AMLO, se han observado esfuerzos
significativos para debilitar los controles y equilibrios democráticos. Entre
estos, destacan los intentos de reformar el poder judicial y reducir la
independencia del Instituto Nacional Electoral (INE). Estas acciones han sido
vistas como intentos de centralizar el poder y debilitar las instituciones que
limitan la autoridad ejecutiva.
Claudia Sheinbaum, sucesora de AMLO, ha
continuado con algunas de estas políticas controvertidas. Su administración
también ha sido criticada por contribuir a la erosión de las instituciones
democráticas, centralizando aún más el poder y disminuyendo la efectividad de
los controles y equilibrios.
Ambos gobiernos han justificado estas
acciones argumentando la necesidad de combatir la corrupción y mejorar la
eficiencia del gobierno. Sin embargo, estas justificaciones a menudo parecen
ser un pretexto para consolidar el poder y eliminar la oposición.
Para salvar la democracia en México, es
crucial reconocer las deficiencias de los gobiernos anteriores, pero también es
fundamental respetar el estado de derecho. Aunque los predecesores de AMLO y
Sheinbaum tuvieron sus fallos, es innegable que lograron mantener un equilibrio
de poder más saludable y respetaron las instituciones democráticas en mayor
medida.
La recomendación es clara: debemos
fortalecer las instituciones democráticas, garantizar la independencia de los
poderes y promover una cultura de respeto a la ley. Solo así podremos asegurar
un futuro democrático para México, donde el poder no esté concentrado en unas
pocas manos, sino distribuido de manera justa y equitativa.
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