La sucesión presidencial en México se encuentra en un punto crítico. El gobierno de López Obrador ha causado un retroceso significativo en los logros que se habían dado hacia el inicio de este siglo. La promesa de continuidad de Claudia Sheinbaum no es más que una extensión de estos retrocesos.
En materia de seguridad, los asesinatos
dolosos han aumentado de manera alarmante bajo la administración de López
Obrador. La creciente ola de violencia ha dejado a muchas familias en luto y a
comunidades enteras en estado de miedo e incertidumbre.
La pobreza también ha crecido de manera
significativa. A pesar de las promesas de mejorar la economía y el bienestar de
los mexicanos, la realidad es que cada vez más personas se encuentran en
situación de pobreza.
El manejo de la pandemia por parte del gobierno ha sido otro punto de fracaso. La falta de una estrategia clara y efectiva resultó en un alto número de contagios y muertes, mientras que a su hijo se le dio trato preferente.
Y que decir de los escándalos de corrupción
con involucramiento de sus leales e incluso su familia (hermanos, primos,
sobrinos e hijos).
El desabasto de medicamentos es otro
problema grave. Muchos mexicanos han tenido dificultades para acceder a los
medicamentos que necesitan, lo cual ha tenido un impacto negativo en su salud y
calidad de vida y cuando exijieron respuestas, fueron acusados de golpistas.
La amenaza latente a la democracia liberal, a la división de poderes y a la integridad de la Suprema Corte, propuestas por AMLO
y hechas propias por Claudia, son preocupaciones que no podemos ignorar. Estos
elementos son fundamentales para el funcionamiento de cualquier democracia y su
erosión podría tener consecuencias devastadoras.
No estamos en una posición mejor que en el
pasado reciente, que tantas veces se criticó con razón. De hecho, estamos
empeorando y si no hacemos algo al respecto parece que seguiremos en esa dirección. El argumento erróneo de
que no podemos estar peor no se sostiene. Si consideramos los hechos, la
continuidad que Claudia ofrece, garantiza que se agravará la situación.
Dado ello, votar por Xóchilt Gálvez es la
opción lógica para tratar de evitar el desastre que se prevé se pueda
profundizar. No se trata de decantarse por promesas exageradas de progreso y
prosperidad, sino de la posibilidad de detener la destrucción de este sexenio
para volver al camino de avance democrático del que nos desviamos hace 6 años.
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