Desafortunadamente,
no deja de ser una pose. Quienes merecen respeto son las personas y no las
ideas… Las ideas se confrontan, se rebaten, se desmienten, se destrozan. Pero
hay quien a falta de argumentos o capacidad para poner en palabras sus ideas,
pretende hacer todo eso con las personas.
Son las personas
las merecedoras de respeto y no las ideas. Iniciar una frase diciendo “con todo
respeto” para pasar enseguida a faltarle al respeto A LA PERSONA no es extraño
en una sociedad obsesionada con las formas.
Tal vez ello
parte del hecho de considerar a las ideas (las propias sin duda) como parte de
uno mismo, de ahí que quien es incapaz de argumentar no duda en irrespetar o
hasta agredir a la persona cuyas ideas resultan incomodas. Y lo mismo pasa con
quien recibe críticas a sus ideas, en no pocas ocasiones, se lo toma como
ataques a su persona.
Algo similar pasa
con las acciones que luego son confundidas con ideas y se pretende por ello
sean siempre respetaras.
La libertad de
manifestación se refiere a manifestación de ideas, por lo que golpear, robar, destruir
o MATAR inclusive, ya no puede considerarse una opinión o una idea; ya no solo
son palabras.
La persona que
tiene unas ideas políticas determinadas es tan respetable como quien no las
comparte o abiertamente se opone a ellas; sus ideas en cambio no lo son y las
acciones surgidas de tales ideas cuando trascienden el ámbito de su propia
persona lo son menos aun.
Así que si bien
“la protesta ha de ser disruptiva o no lo es” (leído por ahí a un intelectual
que además tuitea), esa disrupción debe ser causada no por la capacidad de
gritar más fuerte o por la capacidad de “estorbar” (como dijo un actor y
activista que también tuitea); menos aun por la capacidad de ejercer violencia
física para expresar nuestra (no tan) respetable opinión.
La protesta
donde debe ser disruptiva es en campo de las ideas y opiniones del otro, del
que opina diferente de uno y tiene cosas que da por ciertas a toda costa. La
protesta debe provocar que se dude y en ese dudar que se deje de creer para
entonces procurar saber… Quien sabe, puede ser que nos respondan con un mejor
argumento; uno que ponga nuestras ideas en su sitio.
Por eso opino
que nada justifica hacer violencia a conciudadanos tomándolos prácticamente
como rehenes para protestar contra autoridades… El muy socorrido recurso de
decir “pero no compares las molestias causadas con esto otro que es mucho peor”
es de lo más torpe. Quien lo dice es en realidad quien está haciendo una
comparación que no tiene cabida como argumento.
Es también
respetable la decisión personal de quien se dice creyente, no así las cosas en
las que cree y menos lo son sus acciones cuando son tendientes a imponer la
razón de la fuerza sobre la fuerza de la razón.
Es inaceptable
que en aras de la defensa de una deidad ante la blasfemia se violente a las
personas. Una deidad omnipotente no necesita de fanáticos que lo venguen, así
que una de dos: o tu deidad no es en verdad omnipotente y no merece que la
sigas o es más tolerante que tú y no mereces seguirla.
Quizás sea el
temor lo que mueve a violentar antes que a aceptar la posibilidad de que el
otro tenga razón y la opinión propia no solo no sea respetable, sino que sea
una soberana idiotez.
En eso radica la
bondad de la libertad de expresión, y no en el triunfo de la verdad sobre la
mentira como creen algunos. El merito indiscutible de la libertad de expresión
es que garantiza la misma oportunidad de opinar tonterías a todos por igual, y
con ello, la posibilidad de irrespetar la opiniones. De despedazarlas en lugar
de despedazarnos entre nosotros, preferentemente con más argumentos y no con
más tonterías.
Lo que falta es pues,
más respeto por las personas y mandar al demonio con las opiniones ya que
honestamente, no merecen respeto alguno.
Y bueno. Que una
vez dicho todo lo anterior, quiero agradecer a Monique Abdala (@MoniqueAbdala)
y a Luis Becerril (@luisbecerrilr) que me hayan invitado a compartir con los
respetables lectores y escuchas de Red Siete mis nada respetables ideas. Espero
sus correspondientes respuestas disruptivas en el entendido de que tienen
ustedes mi respeto, no así sus ideas y opiniones.
Buen punto el separar las personas de sus ideas y opiniones. Es frustrante querer debatir y que estén de acuerdo con la opinión de uno porque es de uno y no por una razón, somos cosas diferentes.
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